Complejo Hospitalario Universitario de Ourense
Ana Belén Rodríguez Feijóo, María Dolores López Díaz, José Javier González Hermida, María Bustillo Casado, María Genoveva Naval Calviño, Josefa Rodríguez Araujo, Verónica Civeira Pérez
A medida que la pandemia producida por la COVID-19 ha progresado, el síndrome de COVID-19 persistente es un problema cada vez más reconocido y que supone un importante contratiempo sanitario y social. El cuadro clínico es tan marcadamente heterogéneo y multisistémico como en la fase aguda, por lo que en su manejo se requiere un equipo multidisciplinar para un abordaje integral.
Los programas de educación grupal han demostrado una reducción en las hospitalizaciones, en consultas médicas, en el consumo de fármacos y en los costes sanitarios. Las intervenciones educativas, para lograr el autocontrol en aquellos pacientes que padecen enfermedades crónicas, han demostrado ser útiles, fomentan la participación y la seguridad individual de sus miembros; cada persona presenta sus propias inquietudes y dificultades en un contexto de apoyo y colaboración por parte de sus compañeros; la necesidad de pertenencia y aceptación por parte de los otros es una de las necesidades básicas del ser humano. El grupo se fortalece a medida que los miembros empiezan a sentirse parte de él, lo que a su vez facilita el desahogo emocional de los miembros.
La intervención educativa se basa en la participación activa del paciente en el análisis del problema y en su solución, a pesar de esa intervención activa del paciente, el personal sanitario debe continuar asumiendo su responsabilidad clínica.
Dada la condición de cronicidad que actualmente ha adquirido la COVID persistente, la convierte en una patología susceptible de beneficiarse de programas de intervención grupal.
Desde la Unidad Multidisciplinar Post COVID (UMPC) de Ourense, impulsadas por Enfermería, se llevan a cabo una serie de actividades complementarias a los tratamientos farmacológicos, cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de los pacientes, partiendo de la interdisciplinaridad hacia la atención global de la persona. La fisioterapia, la psicoterapia, el uso de la música, la risa, etc. pretenden ayudar a los pacientes en el camino de su enfermedad, siempre bajo el apoyo grupal.
Los programas de educación grupal han demostrado una reducción en las hospitalizaciones, en consultas médicas, en el consumo de fármacos y en los costes sanitarios. Las intervenciones educativas, para lograr el autocontrol en aquellos pacientes que padecen enfermedades crónicas, han demostrado ser útiles, fomentan la participación y la seguridad individual de sus miembros; cada persona presenta sus propias inquietudes y dificultades en un contexto de apoyo y colaboración por parte de sus compañeros; la necesidad de pertenencia y aceptación por parte de los otros es una de las necesidades básicas del ser humano. El grupo se fortalece a medida que los miembros empiezan a sentirse parte de él, lo que a su vez facilita el desahogo emocional de los miembros.
La intervención educativa se basa en la participación activa del paciente en el análisis del problema y en su solución, a pesar de esa intervención activa del paciente, el personal sanitario debe continuar asumiendo su responsabilidad clínica.
Dada la condición de cronicidad que actualmente ha adquirido la COVID persistente, la convierte en una patología susceptible de beneficiarse de programas de intervención grupal.
Desde la Unidad Multidisciplinar Post COVID (UMPC) de Ourense, impulsadas por Enfermería, se llevan a cabo una serie de actividades complementarias a los tratamientos farmacológicos, cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de los pacientes, partiendo de la interdisciplinaridad hacia la atención global de la persona. La fisioterapia, la psicoterapia, el uso de la música, la risa, etc. pretenden ayudar a los pacientes en el camino de su enfermedad, siempre bajo el apoyo grupal.
Educación en salud, humanización de la atención, infecciones por coronavirus, musicoterapia, psicoterapia.