En este contexto, el personal de urgencias juega un papel crucial, enfrentándose a un entorno de alta presión asistencial y limitados recursos. Sus acciones inmediatas pueden ser determinantes para evitar el uso de prácticas coercitivas, al mismo tiempo que ayudan a gestionar las crisis psiquiátricas con empatía y eficacia. Además, la pandemia de COVID-19 ha incrementado la demanda de servicios de salud mental, poniendo de relieve la necesidad de soluciones innovadoras y formación especializada para afrontar estos retos.
El proyecto plantea un estudio de métodos mixtos en el que se evaluará actitudes, competencias, satisfacción y experiencia relacionadas con la atención en crisis al paciente con problemas de salud mental. Para ello, se emplearán instrumentos validados como el cuestionario AQ-27, que evalúa el estigma, y el Maslach Burnout Inventory, que mide el síndrome de burnout; así como dos cuestionarios ad hoc, uno de datos sociodemográficos, laborales y formativos, y otro sobre habilidades en intervención en crisis en salud mental. Además, al finalizar la formación se facilitará un cuestionario de satisfacción.
La formación estará dirigida al personal del Hospital Universitario La Paz e incluirá escenarios de simulación que permitan practicar intervenciones en situaciones críticas, fomentando habilidades técnicas, emocionales y éticas.
Se incluirán en el estudio a aquellas personas que presten servicio en las urgencias del Hospital Universitario La Paz, quedando excluidos aquellos que no firmen los consentimientos informados o que no completen la formación.
Cabe destacar la importancia de los aspectos éticos en la investigación, garantizando el respeto a la confidencialidad y los derechos de los participantes. Los datos serán gestionados de acuerdo con la normativa vigente, asegurando su protección y anonimato.
En definitiva, este proyecto busca no solo reducir las medidas coercitivas, sino también mejorar la calidad asistencial y la satisfacción del personal sanitario, promoviendo un cambio hacia un modelo de atención más humano, respetuoso y centrado en el paciente.
Además, los costos asociados a eventos de agitación y medidas coercitivas refuerzan la urgencia de implementar estrategias más efectivas y respetuosas.
Bioética y medidas coercitivas: La ética del cuidado y los principios bioéticos son esenciales para analizar las implicaciones de las medidas coercitivas en la salud mental. Investigaciones recientes subrayan la importancia de incorporar una ética hermenéutica que priorice el respeto y la empatía en la relación asistencial. Los análisis bioéticos recientes también destacan que las prácticas coercitivas no solo deben ser minimizadas sino que el objetivo debe ser su eliminación, adoptando enfoques colaborativos y centrados en el paciente. Por otra parte, la legislación y los marcos normativos, como los criterios de prevención del uso de sujeciones físicas, destacan la necesidad de establecer protocolos claros y respetuosos que alineen las prácticas asistenciales con los derechos humanos. Además, se ha señalado la importancia de evitar la retraumatización de los pacientes como un principio clave en los entornos de salud mental.
Alternativas terapéuticas y abordajes humanizados: El Plan Estratégico de Salud Mental 2022-2024 aboga por una mayor integración de estos modelos en los sistemas de atención.
Los cuidados basados en el conocimiento que tenemos sobre el trauma psíquico y los enfoques que promueven la participación activa del paciente han demostrado ser eficaces en la reducción de la coerción y en la mejora de los resultados terapéuticos. Esto incluye la adopción de prácticas que refuercen la autonomía y dignidad de los pacientes participando en la toma de decisiones. No obstante, estos enfoques y prácticas no están incluidas en el currículum académico de grado, posgrado y especialización de la mayoría de profesionales.
Urgencias psiquiátricas en hospitales generales: El servicio de urgencias es la puerta de entrada a la atención especializada. Las urgencias psiquiátricas en contextos hospitalarios requieren de un abordaje integral que contemple tanto las causas médicas como las psiquiátricas.
El manejo de las situaciones de tensión en la atención a las personas con problemas de salud mental que están atravesando una situación de crisis, representa un desafío significativo en contextos de urgencias, donde es esencial equilibrar la seguridad del paciente, la validación emocional y su participación activa en el tratamiento. Además, la falta de comunicación interdisciplinar y la ausencia de estrategias organizativas claras pueden generar estrés y afectar la calidad de los cuidados en situaciones críticas. Por ello, el trabajo colaborativo y el fortalecimiento de las habilidades de comunicación son esenciales para mejorar la cohesión del equipo y garantizar resultados óptimos.
La formación en elementos de salud mental permite un manejo más efectivo y seguro de estas situaciones, mejorando el diagnóstico y la atención inmediata, y reduciendo los errores diagnósticos en entornos de alta presión asistencial.
Impacto del estigma y el burnout: El estigma hacia las personas diagnosticadas de trastornos mentales es una barrera significativa en la provisión de cuidados de calidad. Estudios indican que los profesionales con mayor experiencia y formación especializada tienden a tener actitudes menos estigmatizadoras. Por otra parte, el burnout afecta negativamente el comportamiento empático, aunque niveles altos de empatía pueden actuar como un factor protector en ciertos contextos. La educación en ciencias humanísticas se ha destacado como un componente esencial para mitigar estos desafíos.
Además, el artículo de Novel Martí y colaboradores enfatiza que el desconocimiento, la inseguridad y las actitudes inadecuadas por parte del personal de enfermería pueden convertirse en barreras significativas para proporcionar una asistencia adecuada. Estas carencias generan estrés y frustración, lo que afecta tanto a la salud mental de los profesionales como a la calidad del cuidado brindado. Emociones como el miedo y la frustración pueden ser contrarrestadas mediante estrategias de apoyo emocional y aprendizaje continuo.
Rol de la educación en salud mental: La formación mediante simulación clínica ha surgido como una metodología innovadora que permite a los profesionales de la salud adquirir competencias en un entorno seguro y controlado. Esta herramienta educativa facilita la comprensión de situaciones complejas, mejora la comunicación efectiva y reduce la ansiedad del personal ante eventos críticos y a la vez un modelo didáctico que fomenta el aprendizaje activo y la reflexión crítica.
Además, el artículo de Monterde Estrada y colaboradores destaca que las simulaciones virtuales inmersivas, combinadas con el uso del debriefing y las sesiones clínicas, pueden mejorar significativamente la curva de aprendizaje y la salud emocional del personal. Estas herramientas permiten integrar tecnología con la experiencia clínica real, promoviendo un enfoque reflexivo y colaborativo.
Este contexto, sustenta la necesidad de una transformación en las prácticas asistenciales hacia modelos que equilibren la eficacia clínica, la ética profesional y el aprendizaje continuo mediante herramientas innovadoras como la simulación clínica. Además, subraya la importancia de adoptar enfoques centrados en la persona, que respeten la autonomía, minimicen el estigma y promuevan el bienestar de pacientes y profesionales por igual.
Marco teórico: A la hora de investigar el impacto de una formación mediante simulación clínica en salud mental especialmente cuando el objetivo incluye evaluar no solo la reducción de medidas coercitivas, sino también la satisfacción, las actitudes, las experiencias profesionales y las capacidades la metodología de métodos mixtos (cuantitativo y cualitativo) ofrece un enfoque integral que difícilmente se consigue empleando un único tipo de método. El uso de métodos mixtos nos va a permitir triangular y aumentar la robustez de la validez y los resultados, capturar la complejidad del fenómeno de estudio, y mejorar la evaluación de los procesos y los resultados.
De forma complementaria, se realizarán focus groups al terminar las formaciones, con el objetivo de evaluar la experiencia de los profesionales en su práctica clínica diaria en la atención a personas con problemas de salud mental y el impacto que ha tenido en ellos la formación.